Para actuar eficazmente ante estas situaciones difíciles es importante que entiendas cómo funciona el cerebro de tu hijo. Con este entendimiento además, podrás ayudarle a construir los pilares de su salud social, emocional y mental.

¿Cómo funciona el cerebro de mi hijo?

Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson plantean que podemos imaginar el cerebro como una casa de dos plantas:

  • La planta baja o cerebro inferior está compuesta por el tronco cerebral y el sistema límbico. Estas estructuras se ocupan de funciones básicas (respiración, parpadeo…), de reacciones innatas e impulsos (lucha o huida) y de las emociones (ira, miedo…).
  • La planta alta o cerebro superior se compone de la corteza cerebral y sus distintas partes. Se encarga de procesos mentales como el pensamiento, la imaginación, la toma de decisiones y la planificación, el autocontrol emocional, el entendimiento de uno mismo, la empatía…

¿Sabías que la planta alta o cerebro superior no alcanza su madurez completa hasta pasados los 20 años? Esto hace que en ocasiones los niños permanezcan en la planta baja sin poder recurrir al cerebro superior. Esto puede llevar a explosiones emocionales, a tomar decisiones equivocadas, a una falta de empatía, a no entenderse a sí mismos… Sin embargo, el acompañamiento de los padres es imprescindible para ayudarles a conseguir que estas partes se conecten y trabajen juntas como un todo.

¿Cómo acompañar a mi hijo en las rabietas?

Las rabietas son una manifestación de la frustración de un niño ante un deseo que no puede cumplir. Son frecuentes entre los 2-4 años. Para acompañarlas de forma eficaz, podemos distinguir entre dos tipos:

Rabietas del cerebro superior: se caracterizan por la intención del niño de tener la rabieta. Se pueden distinguir porque el niño es capaz de interrumpirlas cuando los padres ceden ante su exigencia o con el uso del castigo. Si el niño puede interrumpirla es porque está usando el cerebro superior. Estas rabietas requieren a unos padres presentes que no cedan y que establezcan límites desde la serenidad expresando qué conducta es adecuada o inadecuada. Si los padres no ceden a las rabietas del cerebro superior dejarán de producirse con regularidad.

Rabietas del cerebro inferior: son aquellas en las que el niño no es capaz de usar su cerebro superior, quedando atrapado en la explosión emocional. Estas rabietas requieren que los padres conecten y sintonicen emocionalmente con el niño para ayudarlo a que se “sienta sentido” y a tranquilizarse. Para ello:

  • Paso 1: Ponte a su altura, establece un contacto físico cariñoso y con tono de voz apaciguador ayuda a poner nombre, a reconocer y validar la emoción. Si no quiere o no acepta este contacto, hay que respetarlo, pero mostrándote disponibles. Si la conducta del niño es agresiva rompiendo objetos, o el niño corre peligro de hacerse daño a sí mismo o a otra persona, hay que hablarle con calma mientras lo contenemos.
  • Paso 2: Cuando el cerebro superior se va activando, el niño comienza a procesar la información desde la lógica y la razón. Es momento de hablar de las conductas adecuadas e inadecuadas y de posibles estrategias de regulación. (Cariño, te has enfadado mucho porque no te ha gustado cómo papá te ha lavado el pelo. En lugar de gritar y tirar cosas podemos utilizar las palabras y decirle a papá “Estoy muy enfadado, para”, o buscar juntos trucos para calmarnos. ¿Qué idea se te ocurre que podemos hacer?

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