El perfeccionismo puede definirse como la actitud de buscar alcanzar metas o resultados extraordinarios en la vida personal y/o profesional. Esta actitud puede llevarnos a la acción, a una búsqueda o a un proceso lleno de consecuencias positivas vinculadas al crecimiento personal o profesional, pero también, puede llevarnos a sobrepasar un límite que nos haga sentir estrés o ansiedad. En este artículo exploramos cómo gestionar la autoexigencia sin renunciar al perfeccionismo.
Autoexigencia vs. Perfeccionismo: Diferencias que te liberarán
La diferencia entre la autoexigencia y el perfeccionismo depende principalmente de cómo vivimos el proceso y de si las metas que planteamos, aunque sean elevadas, son realistas. Es importante comprender que los resultados o las metas elevadas forman parte del perfeccionismo, y que no tenemos por qué renunciar a ellas para librarnos de la autoexigencia.
Las trampas de la autoexigencia: ¿Cuándo se convierte en auto-tortura?
La autoexigencia se expresa y se alimenta a sí misma a través de:
- Una imagen ideal rígida sobre cómo debería ser uno mismo, una situación, un resultado u otra persona.
- Objetivos y metas altas pero inalcanzables, no realistas.
- Sufrimiento por los errores o por la discrepancia entre lo planeado y lo obtenido.
- Pensamientos o diálogo interior negativo o demandante: “deberías hacerlo mejor”, “esto no es suficiente”, etc.
Frizt Perls utilizó el término de “juego de auto-tortura” para referirse a los efectos de la autoexigencia, al describir cómo por un lado la persona no logra su objetivo y actúa como controlador con este tipo de pensamientos, y cómo por otro, hay otra voz interior que reacciona como controlado, expresando “no sé cómo”, “estoy cansado”, “no podré”, etc. generando un conflicto interior de auto-tortura que no se resolverá desde la autoexigencia.
Cuando estos aspectos aumentan en presencia o se mantienen en el tiempo pueden generar estrés crónico, ansiedad y/o una sensación constante de insuficiencia. Todo ello puede llevarnos a sentirnos agotados física y/o emocionalmente y afectar no sólo a nuestro rendimiento, sino a nuestro bienestar o a nuestra salud mental. Reconocer estas señales y estos signos es el primer paso para evitar caer en las trampas de la autoexigencia.
Aprender a gestionar la exigencia: claves para un equilibrio saludable
Para aprender a gestionar la exigencia y mantener un equilibrio saludable es esencial establecer límites claros y realistas. Esto implica saber cuándo es suficiente y permitirte cuidarte durante el proceso hacia una meta u objetivo. Establecer metas alcanzables y dividir los objetivos en tareas manejables u objetivos intermedios puede reducir la presión y aumentar la motivación. Además, es crucial practicar la autocompasión y reconocer los propios logros, por pequeños que sean.
Consejos prácticos para gestionar la autoexigencia en el día a día
Los siguientes consejos pueden ayudarte a conocer cómo se trabaja la autoexigencia:
- Define lo que es para ti el éxito sobre el aspecto que te estés planteando y establece objetivos específicos.
- Asegúrate de que tus objetivos son realistas y establece objetivos intermedios.
- Prioriza, organiza y subdivide las acciones que te acercan a tus objetivos: utiliza listas para gestionar tus responsabilidades de manera más eficiente.
- Acepta tus límites: Reconoce que no puedes hacerlo todo y está bien pedir ayuda cuando la necesitas.
- Cultiva una mirada en lo positivo, en lo que ya está hecho y celebra los pequeños logros.
- Valora y céntrate en el proceso, además de en los resultados. Puedes plantearte: ¿Cómo quieres sentirte cada día? ¿Qué quieres fortalecer con esa experiencia?
- Practica el autocuidado: con actividades que te ayuden a restaurarte y tiempos de descanso. Puedes incluir pausas regulares o actividades que te nutran en tu rutina diaria para evitar el agotamiento. Acompáñate, ya que te vas a necesitar en el proceso.
- Practica la autocompasión: Trata de hablarte a ti mismo con la misma amabilidad y comprensión que ofrecerías a un amigo cercano. Acepta los errores y la discrepancia entre lo que quieres y lo que logras.
Recursos para cultivar una autoestima resiliente ante la autoexigencia
Cuando una persona vive en la autoexigencia, no sólo no es suficiente lo que hace, sino que puede llegar a sentir una insuficiencia relacionada consigo mismo: “No soy suficiente”. Cultivar una autoestima resiliente es fundamental para gestionar la autoexigencia. Algunos consejos son:
- Emplea técnicas de relajación o de respiración.
- Identifica y reemplaza aquellos pensamientos que no te hacen bien.
- Escucha tus necesidades y acompáñate en ellas.
- Cultiva el amor propio en relación a quien eres y no por lo que haces.
- Pide ayuda a profesionales que puedan ofrecerte herramientas y técnicas personalizadas para gestionar la autoexigencia y fortalecer tu autoestima. Desde psiquesonora podemos ayudarte.
Gestionar la autoexigencia sin dejar de ser perfeccionista es posible mediante el establecimiento de límites saludables, la práctica de la autocompasión y la diferenciación entre autoexigencia y perfeccionismo. Con las estrategias adecuadas, es posible alcanzar metas elevadas sin renunciar a tu bienestar.
Te animamos a que puedas concertar una sesión de psicología con Psiquesonora y te ayudaremos encantados a gestionar la autoexigencia.